Ojo por ojo, y todos quedaremos ciegos… 

Así dijo Gandhi, para referirse a un antiguo proverbio bíblico que todos conocemos. Sin embargo, la riqueza de esta simple reflexión, se escapa aún a la consideración de mentes muy desarrolladas de esta época.

No hace falta hacer referencia a los atentados, a las tropas de ocupación, a las ventas de armas, a los ejércitos extranjeros, a la historia que denota una pérfida acción colonialista, no, no hace falta. Manejar hechos puntuales (el atentado «x»), no hace más que individualizar algo que es genérico, endémico, crónico.

No nos engañemos más con esta retórica de más guerra a la guerra. No existe tal «guerra contra el terrorismo», porque toda guerra es terrorista. Sería más claro y sincero afirmar que es una contienda de una forma de terrorismo contra otra.

En este blog se han publicado varias referencias y documentales sobre historia, donde se puede ver claramente que todo esto no lleva a ningún lado, menos a una solución. Patrañas y circo. Es lamentable, porque muchas vidas están en juego cada vez que se vota una nueva carga de armas…

Todos sabemos para que son creadas las armas.

La violencia engendra violencia. Entonces, si queremos poner fin a esto, cómo lo hacemos? Qué disuelve a la violencia? Qué camino se opone de manera vehemente sin retroalimentar la espiral de ataques?

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(La imagen corresponde a la primer guerra mundial, desatada por la ambición colonialista en Europa).

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